Salud, ambiente y arquitectura frente al Cambio Climático

Arq. Alicia Preide

La recuperación posterior a la pandemia deberá comportar un enérgico redireccionamiento del curso productivo mundial, apuntando a contener el calentamiento global, las deforestaciones masivas y la contaminación de acuíferos. Sólo puede haber una especie humana saludable en un planeta saludable.

Cátedra Abierta Plan Fénix Facultad de Ciencias Económicas / Universidad de Buenos Aires Mayo de 2021

Hablar hoy de cambio climático es mostrar una realidad expuesta en cifras y estudios científicos, vinculada a un modelo de desarrollo y consumo insostenibles. De origen antropogénico, sus consecuencias afectan negativamente al ambiente, los ecosistemas y la salud de las personas y comunidades, profundizando la brecha de las inequidades sociales. La tendencia irreversible de la urbanización a nivel mundial, exacerba el fenómeno y potencia sus efectos. Naciones Unidas en su Programa para el Medio Ambiente (PNUMA), destaca a su vez la vinculación entre lo ambiental y la ocurrencia de la actual pandemia del Coronavirus. Sus especialistas expresan: “Los cambios ambientales inducidos por el hombre modifican la estructura de la población de vida silvestre y reducen la biodiversidad, lo que resulta en nuevas condiciones ambientales que favorecen a los huéspedes, vectores y/o patógenos particulares”.Asociado a Salud y Ambiente, el cambio climático reconoce una realidad compleja que exige una mirada integral de los aspectos biofísicos, socioeconómicos y político-culturales implicados; un abordaje interdisciplinario, intersectorial y con participación social. En tal sentido el enfoque de Determinantes Sociales de la Salud –DSS- aporta una abarcativa perspectiva multifactorial.

Tiene su antecedente en un informe de Marc Lalonde de 1974, -“Una nueva perspectiva de la salud de los canadienses”-, en el que identifica cuatro determinantes generales que influyen en la salud: el ambiente, la biología humana, las formas de vida y la organización del cuidado de la salud. Significativamente, Asenjo M.A. en 1993, analiza cuánto impacta proporcionalmente cada uno de esos cuatro factores en la morbimortalidad de las personas y concluye que el gasto en salud es inversamente proporcional al impacto que generan; el ambiente, el más preponderante, resulta ser el más descuidado. La Organización Mundial de la Salud –OMS institucionalizó ese abordaje en el año 2004 creando la Comisión sobre DSS que los definió como “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud”. Señala que a partir de ese análisis holístico, las intervenciones que se proponen en términos de cuidado y atención de la salud, son más efectivas y propician la disminución de las inequidades sanitarias. Dahlgren y Whitehead desarrollaron esa teoría con un modelo de cinco niveles de análisis que sigue unalógica de cascada: el contexto socioeconómico, cultural y ambiental de la sociedad, las condiciones de vida y trabajo, la vulnerabilidad de los grupos comunitarios, los estilos de vida de cada individuo y sus factores constitucionales. Reconocer en ese gráfico a los servicios de atención de la salud en una situación tan acotada en relación a los otros factores determinantes, resulta revelador e impactante para el colectivo de profesionales que trabajamos en arquitectura hospitalaria. Sin embargo, permite adoptar una mirada más expansiva y comprender cómo desde el ejercicio profesional y el “ser cívico” se generan mejores aportes al propio sector y también a los otros. Y así, recuperar el entusiasmo por desarrollar una arquitectura salutogénica en la construcción de hospitales y la planificación de ciudades.

Mientras los estados debieran trabajar en pos de modelos de desarrollo orientados hacia la preservación de los recursos naturales y energéticos y la biodiversidad del planeta, algunas organizaciones de la sociedad ci – vil reconocen la importancia de la lucha por revertir los efectos de la crisis climática. La voz de los jóvenes, potente y fértil como pocas, reclama acciones por la soberanía ecológica y encabeza este imprescindible accionar para el destino de nuestro planeta. Qué rol nos cabe a los arquitectos? De las actividades humanas ambientalmente nocivas, la industria de la construcción se destaca por el uso intensivo de recursos y energía en todas sus etapas y la enorme cantidad de residuos que – sin tratamiento previo- devuelve a la naturaleza. Cuánto más, tratándose de edificios hospitalarios: grandes consumidores energéticos y de recursos, por su régimen operativo de 24 horas los 365 días al año, su constante adaptación a nuevas tecnologías y modalidades de atención –siempre en obra-, las rigurosas condiciones de trabajo de equipos e instalaciones, parámetros de confort y calidad del aire específicos y en general, la ausencia de una comprometida cultura organizacional en el cuidado de un bien institucional, raramente percibido y cuidado como propio. El Sector Salud debe asumir el desafío de generar edificios y espacios que integren medidas de mitigación y adaptación al Cambio Climático.

La Sustentabilidad es hoy una condición presente en toda obra arquitectónica de buena factura; pliegos licitatorios, bases de concursos de ideas y proyectos y en general las encomiendas profesionales de organismos nacionales e internacionales incluyen condiciones de sustentabilidad para los proyectos, ejecución, operación y mantenimiento de los edificios. El sector privado también se interesa en reducir sus costos operativos, en tiempos de transición de la matriz energética; amen de responder a sus objetivos de responsabilidad social empresaria. Los resultados obtenidos pueden impactar exponencialmente cuando un semillero de profesionales atravesados por la concepción del cuidado ambiental, difunden y promueven la generación de hospitales más saludables. Salud, arquitectura y urbanismo han transitado una larga historia de complementariedad e intersección en el tiempo y el espacio. Hoy, frente al cambio climático po – nen a prueba sus capacidades de mitigación, adaptación y resiliencia; frente a un fenómeno irreversible, que en el mejor de los escenarios al menos intenta atenuar. La arquitectura “de” y “para” la salud, alineada con los conceptos de la Determinación Social de la Salud y el bienestar humano –que implica necesariamente el de las otras especies convivientes trasciende las fronteras hospitalarias para dar respuesta al logro de ambientes y entornos más saludables.

Alicia Preide es arquitecta argentina. Ha sido una importante promotora de la arquitectura para la salud pública y la sustentabilidad en Latinoamérica. Hoy dirige la Diplomatura de Sustentabilidad de la Universidad del Gran Rosario en conjunto con AADAIH.