En un ambiente hospitalario, específicamente en una UCI, donde solo el 15% del personal y visitantes se lavan las manos, la modificación del comportamiento podría ser vital para reforzar los protocolos de higiene y reducir el riesgo de infecciones hospitalarias. Esto lo observé de primera fuente al encontrarme con esta imagen (un par de ojos masculinos) (Fig. 1) sobre un dispensador de alcohol gel y un leve olor cítrico en el acceso de la UCI de un centro asistencial en España, el cual estaba documentado para mi Tesis Doctoral.
La eficacia de esta “modificación en el ambiente” se comprobó gracias a la ciencia del comportamiento, el hilo conductor de un estudio con el objetivo de mejorar la tasa de lavado de manos en un hospital [King et al, 2016]. En este estudio, los investigadores utilizaron el método de preparación psicológica, un proceso donde se expone a ciertas señales (por ejemplo, palabras, olores, imágenes, etc) para alterar el comportamiento sin que la persona sea consciente del impacto de la señal en su comportamiento.
El ensayo original se llevó a cabo en una UCI en un hospital de Miami, Florida. Se observó el comportamiento de 404 trabajadores y visitantes que fueron expuestos a un desinfectante de manos al lado de la puerta de ingreso a la habitación de un paciente. En el grupo de control (120 visitantes) 18 personas se lavaron las manos (15%). Los hombres fueron los más descuidados (solo el 9,26% de hombres se lavó las manos) en comparación con las mujeres que se lavaban las manos (19,7%)
Un segundo grupo (124 visitantes) fue expuesto a una señal visual de un par de ojos colocados sobre el dispensador de gel alcohol gel. Cuando la fotografía correspondía a ojos masculinos (fig. 2) se observó un aumento significativo en el lavado de manos (33,3%). También se observó que al ser expuestos a una fotografía de ojos femeninos solo el 10% se lavaba las manos. No ahondaré en las posibles razones que podrían dar explicación a las diferencias observadas en este último comportamiento descrito ya que se ha estudiado a profundidad la diferencia de género y cómo ésta ejerce influencia social.
También se observó el comportamiento de 160 personas expuestas a un olor cítrico. De estas, un 46,9% usó el disponsador de gel para las manos. El olor cítrico elevó el porcentaje de hombres que se lavaron las manos con alcoholgel (42,17%), como también el de mujeres (51,95%) En base a estos resultados (la imagen de los ojos de un hombre provocó que un tercio más de personas se lavaran las manos, mientras que el olor a cítricos aumentó el lavado de manos en casi un 50 por ciento), se concluye que deben realizarse más investigaciones en esta área, para determinar si estos “sutiles” cambios en el ambiente podrían ser una herramienta poderosa para alentar el lavado de manos en el personal médico, pacientes y resto de actores en el ambiente hospitalario; además de incentivarlo en estos momentos de pandemia.